Feb 142014
 

 

Hoy el gran desencanto de ciudadanía no es con el bipartidismo mayormente, sino con todo el sistema político y económico heredado de la transición y que ha dado a lugar a un divorcio entre la política y la voluntad de la ciudadanía. Alejamiento que se expresa en una democracia formal hoy deficiente y anacrónica que no ha movido un pelo durante 35 años y en un sistema económico cada vez más groseramente neoliberal donde se han perdido muchos de los derechos sociales y civiles de últimas décadas.

La respuesta corta es que esa unión será posible en tanto la Izquierda Política* (En adelante IP) haga suyas las demandas de las fuerzas más conscientes y renovadoras de la sociedad surgidas alrededor del 15M y las mareas, pero no solamente para el programa, sino para su propio funcionamiento interno. De otro modo, seguramente habrán de surgir otras fuerzas que expresen, en fondo y forma, los anhelos de la ciudadanía. Es quizás una oportunidad única de confluencia y renovación (o supervivencia) de la IP, que de no producirse, abocará al desastre a la propia IP y posiblemente al propio sistema.

Pero ¿Qué tienen en común la izquierda política y a los movimientos sociales y qué les diferencia?

Desde los sectores más críticos de los Movimientos Sociales (En adelante MS) no partidarios (15M, Mareas) se ve con sospecha lo que muchos llaman la “rama roja del sistema”, el entramado de cúpulas políticas y sindicales (encabezadas por IU, CCOO, UGT, etc…) sujetas por la subvención por el propio sistema y que algunas veces pareciera que defienden su liderazgo en ese espacio “de lucha”, incluso torpedeando a veces el surgimiento de nuevas expresiones surgidas directamente de la ciudadanía. Se critica también el funcionamiento vertical de esa IP y de sus comités y aparatos heredados de las “viejas guardias”. Algunos señalan que en comportamiento democrático IU incluso está por debajo de los usos del PSOE… En cuanto a las grandes centrales sindicales, viven un proceso de colapso interno por malos usos pero, hay que reconocerlo, en un encuadre nefasto, en un entorno laboral cada vez más descreído y fragmentado socialmente.

Y dentro de muchos MS, a tenor del avance de la tecnología, se ve necesaria una reforma decidida de la Constitución para que la democracia sea real (participativa e incluso directa) y no formal, en un proceso de empoderamiento del pueblo, pero hasta ahora no se ha visto mucho énfasis por parte de esa IP parlamentaria en la denuncia de esta democracia que no lo es, no solamente por un sistema electoral injusto y anacrónico sino en una representatividad que ya no anda y que harían necesarias reformas constituyentes. También se echan en falta garantías en la Constitución del 78 en protección de los derechos que declama.

Pero para salir del incendio en que la mayoría de la clase política (en connivencia con el sistema financiero) ha sumido a la sociedad, no se ve viable un cambio sin aprovechar los resquicios (cada vez menores a tenor de la reciente “ley mordaza”) que aún posibilita el sistema. Por más que se critique la actual representatividad y el nefasto sistema electoral en esta democracia mentirosa, no se ve cómo se podrá (sin recurrir a soluciones violentas que nadie quiere) cambiar este estado de cosas que va hacia una profunda deriva que lleva al nazismo, en política, y a la exclusión y el esclavismo, en la esfera económica y laboral. Y en ese camino, en el camino de confluencia, usando la herramienta electoral, con la IP podría avanzarse algo.

Ahora bien, hemos de avanzar en inteligencia colectiva; hoy en día es importante desarrollar espacios de decisión con cierta permanencia y continuidad. Debemos ver qué acciones podemos poner en marcha para transformar la sociedad. Las movilizaciones ciudadanas están bien y son necesarias pero cuando acaban, tod@s volvemos a casa y al día siguiente parece que nada cambia. ¿Qué efectividad pueden tener las huelgas de un día cuando además no afectan a quien recoge los beneficios? Las asambleas presenciales son imprescindibles y lógicas, por su horizontalidad e inclusividad, útil para conjuntos pequeños de la sociedad, pero es necesario dotarlas de mecanismos de permanencia y coordinación si se quieren proponer cambios para conjuntos humanos como grandes ciudades, naciones o estados. Las recientes consultas e iniciativas ciudadanas (agua, vivienda, sanidad, educación …) son un gran avance porque fijan una intención dándole recorrido, incluso legal, a la expresión del pueblo. Pero algun@s pensamos que necesitamos avanzar aún más en inteligencia colectiva, aprovechando la tecnología informática y de telecomunicaciones que ha llegado a muchos aspectos de sociedad pero no a los espacios de decisión políticos que siguen en el inmovilismo, fijados en una democracia formal propia del siglo XVIII.

En ese sentido, la IP no ha sido propositiva y no ha dicho nada nuevo desde hace más de 50 años y sigue en la “trinchera” bebiendo del fracaso del socialismo real que puso en solfa el manifiesto comunista de Marx y Engels. En cierto sentido, no se ha avanzado ni se han propuesto dialécticas nuevas entre capital y trabajo más allá de la “lucha de clases” marxista; no se trata sólo de reivindicar “políticas sociales” ni de “movilizar” teniendo por centro el conflicto, sino de ofrecer nuevas propuestas en torno a soluciones viables al problema social. Es obvio el fracaso social del neoliberalismo, pero la IP no ha sabido proponer alternativas radicales y estructurales (no coyunturales) de una síntesis distinta entre capital y trabajo. Desde ese punto de vista, parece muchas veces artificial la división izquierda/derecha en cuanto que la propia definición y marchamo de “izquierda” puede alejar incluso la percepción de que se trata de una mayoría social (¿90%?¿75%?) la que está pidiendo nuevos rumbos a la clase política y a los sindicatos. Porque… ¿Qué significa hoy izquierda y que alternativa ideológica estamos planteando? ¿Cómo podemos hablar de democracia cuando los trabajadores pasamos mucho tiempo de nuestra vida en estructuras cada vez más profundamente antidemocráticas?

En síntesis, creo que la IP, comenzando por IU, no debería esperar a ver que hacen los movimientos sociales y que logran organizar sino, dar una señal clara de que han entendido la reivindicación de la ciudadanía que exige más democracia participativa y directa, una defensa decidida de los derechos sociales y políticos. También se siente la urgencia de transparencia en la gestión pública, una economía para la mayoría social, y la defensa de lo público y lo común incluyendo un mayor respeto al medio natural. Es importante que la IP tome parte en este conflicto entre la política y la calle (¿Tenemos que recordar que 15M surgió durante una legislatura socialista?) y no solamente “para echar abajo el gobierno del PP” sino para proponer una regeneración democrática y devolver la confianza de la ciudadanía en las instituciones, no únicamente para obtener más cuota de poder y las prebendas asociados a ese juego político. Creemos que la ciudadanía está esperando un mensaje verdadero y una propuesta novedosa. La pelota está en su tejado y es la IP quien tiene que aprovechar la oportunidad (pues hoy hay aún muchos en los movimientos sociales que piensan que el “sistema” no se va a dejar tocar con las propias herramientas del sistema). De no llevar la IP la iniciativa, no parece que cambie nada sustancialmente ni que puedan ampliar su espacio político minoritario y otros seguramente acabarán ocupando su espacio

*(Entiendo por I.P. a los partidos y fuerzas políticas minoritarias (excluyo a PSOE) en torno a IU, y los nacionalismos de izq.)

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