Jul 122013
 

Actualmente las nuevas tecnologías están cada vez más presentes en todas las areas de la sociedad. Nos comunicamos con nuestra familia, amigos y conocidos por teléfonos móviles, (y los más jovenes por email, whatsapp, facebook, twitter, skype…) en nuestras compras la mayoría usamos una extensa red de cajeros automáticos y terminales móviles. Parkings, oficinas de información, servicios técnicos, etc. Podemos hacer compras y contratar viajes por internet, elegir nuestro asiento en el cine, e incluso sellar el paro o pagar nuestras multas remotamente. Siguiendo con el aspecto económico, Hacienda tiene todos nuestros datos, en muchos casos complejísimos, y sabe en cada momento lo que hemos ganado, y nos facilita la vida pudiendo hacer la declaración con un sólo click, tal como se publicita desde el propio Gobierno. Lo último son sistemas para controlar y facilitar el tráfico y incluso “preveer” dónde se dan o pueden darse los atascos…

¿Pero qué pasa con la Democracia? ¿Qué pasa con la voluntad de las personas? Ah amig@s, ahí la cosa cambia y de repente volvemos al siglo XIX, o peor, el XVIII, cuando no había ni transportes veloces ni radio o televisión y se elegía a los representantes, que tenían que irse, en coche de caballos, a vivir “a la capital” por cuatro años para representar a los votantes de tal o cual lejana provincia, porque era imposible recoger la voluntad popular día a día. Si en el resto de ámbitos comerciales de la sociedad la tecnología ha penetrado y nos ha facilitado la vida, en cuestión de avance democrático (a pesar de que la Constitución recoge ese mandato), cero, seguimos votando una vez cada cuatro años (por cierto aplicando una Ley Electoral demostradamente injusta y anacrónica) llenando urnas de plástico con listas de nombres de personas que en su mayoría no conocemos. Y a esperar cuatro años en los que, además, los programas y promesas electorales se incumplen descaradamente.  Continue reading »

Jul 012012
 

Aunque la Constitución habla de democracia avanzada y proclama el voto igual y de representación proporcional, la realidad es bien distinta. La actual ley electoral, una mala mezcla de los sistemas mayoritario y proporcional no ayuda al avance de la democracia: los votos en algunas provincias valen hasta cinco veces más que los de otras. No guarda la proporción ni el mero orden en que los votantes colocan a los partidos. Alienta la descohesión de las ideas, propicia la fragmentación territorial y la continua discusión sobre aspectos localistas, que enmascaran y distraen de problemas más serios, vaciando de significado a su vez al Senado. Castiga la llegada de propuestas alternativas y visiones políticas nuevas, propicia una visión decimonónica de la sociedad, sesgando hacia las áreas más despobladas en detrimento de las grandes urbes. Ocurre que el sufragio acaba siendo en realidad desigual y no universal, tirando a la basura millones de votos en cada elección, no respetando ni representando el voto en blanco y viciando y condicionando, a causa del efecto del “voto útil”, la elección directa de lo que los electores desean.  Continue reading »