May 142014
 

Algo va muy mal en esta sociedad. Nos despertamos esta semana con el asesinato de la Presidenta del PP de León, Isabel Carrasco, pero las consecuencias de ese funesto y condenable hecho (condenable como debe serlo cualquier asesinato) realmente se están saliendo de madre, y en todo este fenómeno pueden observarse ciertos síntomas que indican la hipocresía generalizada que aqueja a nuestra sociedad. En primer lugar, el crimen ha sido perpetrado, presuntamente, por personas del círculo del PP a una dirigente del PP, pero ahora parece que el hecho aislado quiere derramarse “urbi et orbe” y se señala con el dedo a las redes sociales, o a los escraches, como queriendo buscar chivos expiatorios y mirar para otro lado culpabilizando al otro extremo de la arena política sobre los desagradables hechos que no tienen más dimensión que una historia de inquina personal en los círculos internos del PP en una determinada provincia.

Es cierto que hay un clima general de profunda hartura con la clase política, clima que, por cierto, tiene que ver más con las acciones de ésta que con las opiniones vertidas en las redes por la gente indignada con la situación general. No son los indignados los culpables. Blogueros y twitteros no son responsables de la fractura importante entre el sistema político y la mayoría del pueblo. Los escraches tampoco tienen la culpa de que la democracia no sea real sino un burda pantomima usada por los que defienden intereses opuestos a los de la mayoría de la población en la destrucción y retroceso de los derechos. En muchos casos los blogueros y twittweros se ven más comprometidos con la democracia y los derechos que la legión de tertulianos habituales y bienpensantes del “estado de derecho” que anda ya bastante torcido.

Es cierto que muchos en las redes sociales han podido hacer comentarios execrables o en algún caso incluso apología de la violencia. Condenable, sin duda, allá ellos, (y los apologéticos que se las vean con la ley si es que cometieron delito) pero creo que esto más tiene que ver por el lógico clima de crispación generado por un sistema injusto y violento donde predomina el egotismo, la corrupción y las relaciones mafiosas como instrumento de ascenso en la cosa política, que producen despilfarro y empobrecimiento generalizado. Por ejemplo, nos desayunamos también otro día de estos que los inflados sobrecostes en mega-obras civiles (como el tramo del AVE en Cataluña) superan con mucho los recortes hechos en Sanidad y Educación en esta legislatura. Ah que eso no es importante. Ahora parece que lo importante es lo que se dice por cuatro violentos que sólo tienen una cuenta de twitter (ni siquiera el hecho en sí de propio asesinato, ni de la reflexión y el análisis del tipo de ámbitos, actitudes y relaciones que llevaron a él)

Pero que lo dicho sirva para todos los casos pues otros no salieron recientemente en defensa de algunas víctimas de insultos en la red (Pilar Manjón o Ada Colau, sin ir más lejos). ¡Ahora la violencia generada en círculos del poder resulta que son culpa de los indignados! ¡Y menos mal que se sabe que las presuntas culpables son afiliadas del PP y las pillaron con las manos en la masa, que si no algunos ya estarían a estas horas desde sus torres de marfil vertiendo ríos de vinagre culpabilizador contra indignados, anti-deshaucios y todo aquel que quiere, anhela y manifiesta la necesidad de un cambio de sistema y no defiende el “statu quo”!

En todo caso, coartar o pensar en perseguir las opiniones y amenazar con tocar la libertad de expresión (repetición de lo que ya vimos con les calles en el proyecto “ley mordaza” y cambio del código penal) vuelve a demostrar que para algunos importa más “guardar la formas” que denunciar y corregir los orígenes; los comportamientos diarios y el ejemplo que está dando la clase política. Y no debemos olvidar que NO es lo mismo hacer apología de la violencia que expresar opiniones como “quien siembra vientos recoge tempestades” que expresa lo que muchos piensan (los mismos medios inciden en el carácter difícil de la presidenta, el comportamiento caciquil u otros asuntos turbios que NUNCA pueden justificar un asesinato pero no pueden silenciarse si de res publica se trata). Y al fin y al cabo ¿No están diciendo lo mismo los sembradores de inquina sobre los vientos y las tempestades?

Tampoco parece apología de la violencia el decir que cualquier vida humana debe tener el mismo valor y merece la misma consideración. ¿Tan mal están las cosas que hay que recordar que sin libertad de expresión no hay democracia?

Pero todo parece indicar que esto es un síntoma más de la caída de un sistema violento. No es el primero y lamentablemente no puede asegurarse que vaya a ser el último, y al final – mejor cuanto más pronto – esa será esa la línea (Violencia /No-violencia) la que haya que dejar muy clara y sobre la que muchos tendrán que elegir y definirse en qué lado se ubican. Y por cierto que la violencia no es sólo física, sino también económica y psicológica pues la generación de pobreza, hambre y exclusión social es violencia contra el ser humano de carne y hueso.

Pero esa línea violencia/no-violencia compromete todos los ámbitos, a los personales de cada uno, y los de todas las posturas políticas, en las filas de allá y de acá. La decisión compromete por un lado y claramente a quienes mantienen y apoyan un sistema cada día más demostradamente injusto y violento contra las personas, y cuyos dirigentes no hacen nada contra esa violencia más que aumentar la presión de la olla social mientras rezan y condecoran a deidades. Pero por otro lado también compromete a quienes dicen querer cambiarlo pero luego lo justifican usando su misma vieja lógica de odio, piedras y pistolas.

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